D-Mente

18.5.08

Arruinamos más de un cumpleaños/reunión/fiesta con estos problemas, es que una vez que alguien larga uno es imposible parar hasta llegar a la solución, a la que muchas veces nunca llegamos. Es el llamado pensamiento lateral.
A uno le presentan un problema que no tiene la información suficiente como para descubrir la solución. Para avanzar se requiere que haya si o si una interacción entre quien lo plantea y quien lo pretende resolver. O sea que una de las partes mas importantes del proceso es hacer preguntas. Preguntas cuya respuesta pueden ser: si, no o irrelevante.
Cuando una línea de preguntas se agota, se necesita avanzar desde otro lugar, desde una dirección completamente distinta. Y es ahí cuando el pensamiento lateral hace su presentación. Para algunas personas, es frustrante que un problema “admita” o “tolere” la construcción de diferentes respuestas que “superen” el acertijo. Sin embargo, los expertos dicen que un buen problema de pensamiento lateral es aquel cuya respuesta es la que tiene más sentido, la más apta y la más satisfactoria.
Es más, normalmente cuando se conoce la respuesta, siempre le salta a uno: “Como no se me ocurrió antes!”
Después de esta breve introducción, les dejo un problema de pensamiento lateral (si les gusta tengo un libro entero y otros acertijos por ahí), si lo conocen no digan nada, no arruinen el chiste, y no vale hacer trampa con el Google! Dentro de un par de días doy la respuesta, así no tengo que pensar en otro tema para el próximo post... Mucha mierda!
Aca va: acuérdense que no hay trampas, no hay cosas escondidas, todo está a la vista. Algo más, una sugerencia. Traten de pensarlo solo porque vale la pena, en particular, porque demuestra que lo que creen sobre si mismos a lo mejor no es tan cierto. O, en todo caso, es incompleto.

Antonio, padre de Roberto, un niño de 8 años, sale manejando desde su casa en la Capital Federal y se dirige rumbo a Mar del Plata. Roberto, va con él. En el camino se produce un terrible accidente. Un camión, que venía de frente, se sale de su sector de la autopista y embiste de frente al auto de Antonio.
El impacto mata instantáneamente a Antonio, pero Roberto sigue con vida. Una ambulancia de la municipalidad de Dolores llega casi de inmediato, advertida por quienes fueron ocasionales testigos, y el niño es trasladado al hospital.
No bien llega, los médicos de guardia comienzan a tratar al nene con mucha dedicación pero, luego de charlar entre ellos y estabilizarle las condiciones vitales, deciden que no pueden resolver el problema de Roberto. Necesitan consultar. Además, advierten el riesgo de trasladar al niño y, por eso, deciden dejarlo internado allí, en Dolores.
Luego de las consultas pertinentes, se comunican con el Hospital de Niños de la Capital Federal y finalmente conversan con una eminencia en el tema a quien ponen en autos de lo ocurrido. Como todos concuerdan que lo mejor es dejarlo a Roberto en Dolores, la eminencia decide viajar directamente desde Buenos Aires hacia allá. Y lo hace.
Los médicos del lugar le presentan el caso y esperan ansiosos su opinión. Finalmente, uno de ellos es el primero en hablar: “¿Está usted en condiciones de tratar al nene?”, pregunta con un hilo de voz. Y obtiene la siguiente respuesta: “¡Cómo no lo voy a tratar si es mi hijo!”.
Bueno, acá termina la historia. Está en ustedes tratar de pensar una manera en que tenga sentido. Como no compartimos la habitación, insisto: no hagan trampa, no hay nada raro. Solamente algunos datos:
a) Antonio no es el padrastro.
b) Antonio no es cura.

Ahora si, los dejo solitos con el problema. Léanlo y reléanlo y usen lo que Dios, Alá o sus viejos les dieron, para que después no digan: “Como no se me ocurrió!”