Let's Talk, Let's Talk

23.8.08

Hay gente que tiene la capacidad de sacarle conversación a cualquiera que se le cruza por la calle. Sin timidez alguna, se acercan, saludan, tal vez preguntan una dirección o piden una recomendación y de allí en más, en vez de pegar media vuelta e irse como hace el 90%, empiezan a hilar y terminan narrando su vida y obra. Siempre me fascinó ese tipo de personas, porque aunque me encanta hablar y sobretodo discutir sobre las cosas más impensables, me cuesta ese primer acercamiento.
Eso pensaba hasta ayer, cuando estando en el parque buscaba escaparme del demonio de la culpa por una mala performance en un parcial. El venía caminando con aire casual y una mochila al hombro. Los rulos, todos despeinados por el viento del Paraná. Me preguntó por un supermercado cerca. Como no había ninguno a varias cuadras a la redonda le pregunte que quería comprar porque sí se me ocurrían varios kioscos por ahí. También había salido a caminar después de la facultad y se había antojado de almohaditas rellenas de frutilla al frente del río.
A partir de ahí, terminamos yendo a un supermercado, a comprar sahumerios para casa y por ultimo de vuelta al parque para comer las benditas almohaditas. Y ahí me di cuenta, no es que no se tenga la capacidad de entablar una conversación con un completo extraño, lo que falta es simplemente voluntad de parte de ambos sujetos en cuestión. Así de simple, empezar es lo más fácil. No hacen falta ideas muy originales, puede ser simplemente comentando algo del tiempo, un reconocimiento básico del entorno que nos rodea.
De allí en más, mientras se produzca el dialogo y no un monologo unidireccional embolante, esa interacción, esa ida y vuelta, se genera una especie de sensación de fluir en medio del cuerpo cívico que se tiene cuando uno intercambia libremente con sus otros eventuales. Van a ver como afloran temas que no siempre surgen con las personas que vemos seguido. Hagan la prueba, piérdanse en la ciudad y sáquenle charla al primero con cara de loco que vean. Eso si, ojo con lo que dicen y no divulguen su numero de tarjeta de crédito, por si las dudas…

Pequeños Placeres

16.8.08



  • salir a caminar debajo de la lluvia

  • las frutillas que me guardaba Quincho, el verdulero del barrio

  • 8 de la noche en enero tirada en la hamaca paraguaya de Pueblo Esther

  • cuando una lapicera escribe con mucha tinta al punto que parece que fuerzas desconocidas la manejan haciendo fluir las palabras

  • inspirarme

  • despertarme a mitad de la noche y descubrir que me quedan varias horas de sueño por delante

  • el perfume de las fresias y los jazmines

  • cuando hace calor, tirarme en el piso de mosaicos a escuchar música

  • mi almohada nueva

  • (ad)mirar una imagen de Alphonse Mucha

  • las tardes con amigas en nuestra barranquita

"Adoro los placeres sencillos, son el último refugio de los hombres complicados" Oscar Wilde.

Nights of Wonder

10.8.08

Ayer, sábado se presentaron en el Auditorio Fundación Astengo los Ummagumma, banda tributo a los geniales Pink Floyd y no me lo iba a perder de nuevo. A pesar de que el teatro no estaba del todo lleno, en los momentos climax de la noche toda la cuadra vibro con los temas de Animals, Wish you were here, The Wall, The Division Bell y The Dark Side of the Moon más el acompañamiento vocal y percutivo infaltable de la audiencia. Siempre es un gusto escuchar la música de Waters, Gilmour y cía.



La Odisea de ir al Baño

3.8.08

El sábado a la noche estuvimos con unas amigas en lo que bien podría ser la versión rosarina del clásico de Capusotto “Acá si que no se coge” y mientras esperábamos en la cola del baño no pude evitar notar que mientras en los tres baños de mujeres existentes había una cantidad considerable de señoritas, los caballeros a pesar de tener uno solo entraban y salían al instante (¿será por eso que siempre tienen la puerta abierta?).
Para todos aquellos que no lo entiendan todavía les voy a pasar a explicar la serie de maniobras que realizamos las chicas cuando la naturaleza llama. Porque desde chiquitas cuando nuestras madres nos tenían que acompañaban siempre recordaban: “Nunca, nunca te sientes en un baño público” al tiempo que nos enseñaban “la posición” o sea balancearse por encima del inodoro como si nos fuéramos a sentar pero sin hacer contacto.
Pero los años pasan y lamentablemente no tenemos la flexibilidad de antes y cuesta, sobretodo cuando tu vejiga esta a punto de explotar después de esperar 15 minutos para poder entrar. Minutos eternos en los que nos ponemos a hablar de cualquier cosa. En nuestro caso, chicas de arquitectura, es normal analizar la forma en que se construyo el recinto, la mala distribución de los espacios (porque la cola al baño coincide con una de las circulaciones principales) o temas comodín como sacarle mano a la que entro porque tarda mucho (a sabiendas que de nosotras vamos a tardar lo mismo o más).
Al fin te toca y ahí se pueden presentar otros problemas: que el pasador de la puerta no funcione, que no haya ganchito para colgar la cartera, que en el rollo de papel solo quede un minúsculo pedacito que no le alcanza ni a una hormiga para limpiarse. No importa, sosteniendo la puerta con una mano, mientras con la otra te apoyas en la pared para no perder equilibrio, la cartera colgada al cuello, y el paquete de pañuelitos de papel en la boca haces “la posición”. Aguantaste tanto que no sale de una y ahí te empieza a sonar el celular… Para rematarla te empiezan a golpear la puerta y con uno de esos golpes de kick boxing la puerta se abre unos centímetros y chau equilibrio. Caes con todo tu peso sobre el inodoro. Te levantas rápido pero too late… ya entraste en contacto con todos los gérmenes imaginables que se albergan ahí.
El daño ya esta hecho pero no podes dejar de imaginarte las enfermedades que podes contraer y de escuchar la voz de tu mama recordándote: “Nunca te sientes en un baño publico!”. El paquete de pañuelitos tenía solamente uno, por lo cual no sirve para secarte el pantalón que también se te mojo un poquito durante la caída. Te lavas las manos con el hilo de agua que sale de esa pileta roñosa para después acordarte que no había papel! Te acomodas un poco la maraña de pelo y salís así, con las manos mojadas, el pantalón también húmedo, sintiéndote contaminada con lo que no podes hacer nada más que mirar con lastima a la próxima victima que espera con las piernas cruzadas y cara de sufrimiento.
En el mismo tiempo, tu novio/marido/amigo entro, uso y salio del baño de hombres y pudo leer Rayuela (las dos partes) mientras te esperaba. No se como harán tan rápido pero tengo una teoría: lo de ir al baño es solamente una excusa para descansar sus oídos de nuestra dulce voz aunque sea unos segundos.