Su Dulce Señor

24.4.08

Estoy a millas de ser una experta en música pero de todas formas no es muy difícil concluir que dentro de ciertos géneros las variantes son algo limitadas y aparecen temas que suenan parecidos entre si. Además la producción de un artista, sin importar el rubro, no es un caso aislado, gracias a todo un bagaje que lleva encima se logra crear. Esto es lo que en mi opinión le paso al amigo George Harrison (que en paz descanse).
Acá les va la historia:
Empezaba a correr la década del ’70 y el vínculo entre los fab four empezaba a resquebrajarse. Por un lado, dice por ahí una teoría, Yoko Ono como mujer dragón e instrumento de Lennon sumado a la propensión de McCartney a sentirse el jefecito terminaron siendo la destrucción (suena medio trágico pero bue…) de un equilibro y una estructura perfectos.
Mientras en 1970, para no quedarse atrás, Harri lanza su disco All things must pass dentro del cual se incluía el citado tema. Seguramente nunca se imagino la cantidad de problemas que le iba a traer después ni predijo que aquellos mágicos acordes que resonaron en su mente mientras zafaba de una conferencia de prensa junto a Delaney & Bonnie and Friends, iniciaran una secuencia de melodías escabrosas y poco armónicas para la justicia.
La canción tuvo su génesis en Dinamarca y después se la dejo al tecladista Billy Preston para que terminara de darle forma, quien también luego la incluiría en un disco de su propia autoria. Obviamente, a pesar de eso, el que la inscribió en el registro de propiedad intelectual no fue otro que el mismo Harrison para su propio disco.
Un 28 de noviembre aparece como primer single de All Things…convirtiéndose al instante en numero uno alrededor del mundo. La única inquietud de había expresado Harrison frente a la canción fue que sentía un compromiso frente ala sociedad por nombrar a Dios en un tema popular y que no sea precisamente el dios “oficial” de los oyentes”.
Tres meses más tarde se desencadena la pelea. El 10 de febrero de 1971 Bright Tunes Music Corp. (Sello americano) Interpone una demanda judicial de plagio en contra de George Harrison y su canción My Sweet Lord en Harrisongs Ltd. de Inglaterra y Harrisongs Inc. de Estados Unidos incluyendo también a Apple Records, BMI y publicaciones Hansen. La guerra estaba declarada.
He’s so Fine había sido un tema poco difundido del ’62 de The Chiffons, un grupo de morochas voluptuosas que hacían soul, Finalmente, Harrison declaro haberla escuchado en 1963 pero sin darle demasiado credito.
Pero la cosa no fue tan fácil, Allen Klein, manager de Harrison para ese entonces trata de llegar a un acuerdo con Seymur Barash, presidente de Bright Tunes, Klein le ofrecía la compra total por parte de Harrison del catálogo de Bright Tunes y Barash por su parte ofrecía darle la mitad de los derechos de la canción a Harrison. Como no hubo acuerdo Klein contrató un grupo de abogados y un musicólogo Harold Barlow –opinión que al fin y al cabo nunca sirvió- para defender la posición de George y comenzar con la defensa del juicio. Luego de que el caso se extendiera más de lo normal Klein dejó de ser manager de los Beatles y dejó a George también. Pasaron los años donde se mezclaban pesquisas de tipo musical, compases, melodías y tonos y nada se resolvía a favor de Harrison. Al parecer los profesionales contratados por Klein no eran del todo idóneos…extrañamente. Esto lo deja de manifiesto George en su canción This Song, donde cuenta que sus expertos le decían que “no había porqué preocuparse” aún cuando nada se solucionaba.
En 1976 Harrison ofrece $176.000, el 40% de los derechos recibidos por la canción en Estados Unidos, misteriosamente el abogado de Bright Tunes desechó la oferta exigiendo un 75 % de los derechos. Aquí entra la mano de negra de Klein, ya que el mismo presidente de Bright Tunes estaba contento con la oferta pero, Allen Klein, ex manager de Harrison estaba comprando para sí el catálogo de Bright Tunes y como sabía con cuanto dinero contaba George le pidió a Bright Tunes que no aceptara la oferta ya que a George se le podía sacar mucha más plata. Klein y su empresa ABKCO tentaban a Bright Tunes, en bancarrota, para comprar la empresa completa ya que el “correcto” manager sabía cuanto podía sacarle a Harrison en un juicio usando información privilegiada. Su oferta para comprara toda la empresa Bright Tunes era de más de $260.000. Obviamente Bright Tunes sospechó y se tomó su tiempo para decidir. Más tarde Klein se introduce en Bright Tunes y le ofrece a Harrison los derechos de He’s So Fine en $600.000. La trampa era clara y estaba lista.
Desde febrero de 1976 el tribunal comenzó a evaluar la defensa de los abogados y especialistas de Harrison que se basaba en que la secuencia de acordes de las canciones en disputa era “muy común” y la melodía tenía una diferencia en la segunda estrofa, la que está en Mi y Do#m, ya que el tema de las Chiffons carecía de este último cambio. Bright Tunes por su parte, argumentaba que estaban los compases necesarios para declarar plagio además que el mismo George había afirmado conocer la canción con anterioridad.
Después de varias sesiones el juez decreto que ambas canciones eran “prácticamente idénticas” aunque no se podía determinar que esa similitud haya sido conciente (plagio inconciente le dicen). Harrison apela a esto diciendo que al ser inconciente no puede ser declarado delito, lo que le sirvió de atenuante. Otro punto: la participación del mismo Allen Klein como asesor de Harrison y más tarde como asesor de Bright Tunes, esto simplemente era ilegal y fue tomado en cuenta por el juez a la hora de decidir los pagos ya que dejó fuera de la reparación monetaria al manager sin importar que sea parte de la empresa. Finalmente de un cálculo de derechos de más de 2.5 millones de dólares, que correspondían a 3/4 de los derechos de My Sweet Lord, el juez ordenó reducirlo a 1.6 millones de dólares ya que el impulso internacional del nombre de George Harrison y de la letra de la canción había ido en beneficio de Bright Tunes también.
En 1993 se terminaron los últimos trámites del caso. Harrison logró descontar cerca de un millón de dólares de la indemnización a Bright Tunes y obviamente lo recuperó con creces en sus publicaciones posteriores y sus escasos conciertos.
En fin, puede ser que Georgie se haya “inspirado” por así decirlo en “He’s so fine”, no sería ninguna novedad, pasa hasta en las mejores familias. Y además me parece que hay que darle algo de crédito: la embelleció notablemente y le saco ese insoportable dulandulan… que te taladra la cabeza durante varios minutos pero que después te queda dando vueltas por horas. George chorro o no, donde quiera que estés, te bancamos.



1 Complicidades Verborrágicas:

Anónimo dijo...

¿Mujer dragón? ¿Suena a reptiliana?