Loca de mierda

17.9.09

Viste cuando no queres ver a X persona, evitas lugares comunes, caminar cuadras de más solamente para no pasar al frente de un bar donde una vez lo viste, cambias tus horarios para no cruzarte en el camino de vuelta a casa. Bueno yo (aunque nunca llegue a los extremos anteriores) tengo tan pero tan mala suerte que lo más probable es que todo esfuerzo sea en vano.
Así fue masomenos lo que me pasó. Era domingo, el viento me había dejado el pelo como un nido de pájaros y como había salido a las corridas, manoteé el primer abrigo que encontré: una campera ENORME de mi viejo. Ya se pueden dar una idea de lo que era yo.
Entré a la panadería, sin molestarme por acomodarme las mechas que se me cruzaban para todos lados y ví a una persona agachada sobre las bandejas de facturas a mi costado. No llegue (ni necesite) verlo mucho, los jeans gastados… esas zapatillas…el sweater rayado… fueron más que suficientes para paralizarme en la puerta como si me hubiesen hecho unos bloques de cemento en los pies y estuviese esperando que me tiren al fondo del río.
La vendedora, que me miraba con curiosidad desde el mostrador. Se pensó seguro que era medio retardada porque estuve un par de minutos tratando de aclararme la cabeza para acordarme qué era lo que hacía ahí.
Sin mirar directamente o como dirían los libros, por el rabillo del ojo, ví que se incorporaba y acercaba hacia la balanza que tenía justo al frente mío. Mientras, después de preguntar dos veces cuanto era, yo intentaba disimular el temblor de mis manos y sacar la plata del maldito bolsillo del jean. En realidad, lo único que quería era salir corriendo de ahí y no volver nunca más a ese lugar horrible.
Como me demoré bastante, la vendedora ya cansada de mí, se volvió hacia él. Se me hizo un nudo en el estomago, no pude respirar por un instante esperando la respuesta. Y ahí fue cuando una voz totalmente desconocida contestó.
El dicho es cierto, fue como si el alma me volviera al cuerpo. Incluso casi me largo a reír aunque me sentí estúpida como pocas veces. De todas formas y por si las dudas, me apuré a pagar y salí disparada del local. Definitivamente, me faltan 5 para el peso… y nunca más voy a volver a esa panadería.

A Primera Vista

5.9.09


Cuando no tenía nada deseé
Cuando todo era ausencia esperé
Cuando tuve frío temblé
Cuando tuve coraje llamé
Cuando llegó carta la abrí
Cuando escuché a Prince (Salif Keita) bailé
Cuando el ojo brilló entendí
Cuando me crecieron alas volé
Cuando me llamó allá fui
Cuando me di cuenta estaba ahí
Cuando te encontré me perdí
En cuanto te vi me enamoré
Pedro Aznar


Aplastamiento de las gotas

1.9.09


Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol. Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.

Julio Cortazar