Moonwalking

24.7.09


No, no tiene nada que ver con el difunto M.J. y se que ya pasaron unos dias, pero recien hoy me cruce con esta nota de la revista VIVA y me parecio digna de ser publicada. (Como bonus, lo que hubiese sido en mi opinion en soundtrack ideal para Armstrong, Collins y Aldrin, y por ultimo algo de Ray Bradbury).


Estuvieron... ¿Volverán?

Geroge Muller habla ahora con una voz débil, casi inaudible, del otro lado del teléfono. Pero, hace 40 años, su personalidad tenaz hizo posible realizar en tiempo y forma el desafío más grande que se había propuesto Estados Unidos hasta el momento: llevar el hombre a la luna y traerlo de regreso antes de 1970. era 1961. la Unión Soviética venía adelantadose siempre un paso a Estados Unidos en el espacio, con el primer satélite y el primer hombre en orbita. ¿Tendría la NASA la capacidad tecnológica como para emprender este reto que emanaba directamente de las noveles de Julio Verne? John Kennedy no lo sabía exactamente, pero entendió que un triunfo en el cosmos de traduciría en una demostración de superioridad del sistema capitalista por encima del comunista. Entonces, fueron reclutados los mejores cerebros disponibles. Y allí estaban Mr. Mueller, nuestro viejito, quien se iba a convertir en el jefe del programa Apolo.
“Había dudas de lo que pudiéramos hacer”, dice Mueller con ese cortes acento sureño, que a los 91 todavía conserva intacto. “Pero era el desafío que el país necesitaba en ese momento”, rememora.
Y vaya si fue un desafío. En el programa Apolo se invirtieron miles de millones de dólares –el 4%del PBI nacional- y trabajaron 400 mil personas. Los planes espaciales capturaron el corazón de Estados Unidos y del mundo entero, catapultando la imaginación colectiva hacia fronteras inexploradas. Después de la Luna, vendría Marte, las bases permanentes en otros mundos…La lista parecía imparable. Pero cuando, finalmente, el 20 de julio de 1969, Neil Armstrong puso su pie en la superficie lunar (diciendo su famosa frase: “Un pequeño paso para un hombre, un salto gigante para la humanidad”), el hermoso planeta azul que se asomaba por encima del horizonte de cráteres había cambiado sustancialmente. Kennedy había sido asesinado, a guerra de Vietnam se había carcomido la presidencia de Lyndon Johnson, la lucha por los derechos civiles aún hervía. Y a Richard Nixon, que le tocó el honor de presidir el alunizaje, el espacio pareció un lugar intrascendente para la confrontación con la URSS, y le quitó todo el oxígeno al programa espacial.
“Ya tendríamos que tener una colonia en la Luna y que estar viajando a Marte –cuenta Mueller-. Fue una pena que abandonáramos estos planes, porque gastamos tanta plata, energía y creatividad de tanta gente para producir esto. El Apolo fue un gran paso adelante. Pero los políticos decidieron que tenían que gastar la plata en otras cosas. La decisión de cancelar el programa fue de Nixon y fue meramente política. “El mundo hubiera sido sustancialmente diferente si se hubiera continuado con el programa espacial”, señala Mueller. Pero lo dice sin rencor.
Hubo seis misiones lunares, la ultima en 1972. Y 40 años después de la del Apolo XI, la NASA festeja este trascendente aniversario en su momento de mayor perplejidad. Después de haber vencido a los soviéticos en el objetivo lunar, Estados Unidos dependerá desde 2010 de los rusos para poder ir a la Estación Espacial Internacional, porque para entonces se debería retirar definitivamente la flota de viejos transbordadores.
Un año después del desastre de Columbia, ocurrido en 2003, George W. Bush, anunció una nueva generación de viajes a la Luna para 2020. los planes incluirían erigir allí un puesto permanente y futuras misiones tripuladas a Marte. Pero en ese momento no había un sistema financiero colapsado y la recesión profunda, como hoy. Obama, a quien le interesa más el cambio climático que los planetas del Sistema Solar, le ordeno a una comisión de diez ilustres revisar la política espacial: recién en agosto los consejeros darán a conocer sus recomendaciones. Obama incluso redujo el presupuesto a la NASA. Una cosa parece segura, sin embargo: esta ya no será una carrera contra un país, sino una misión internacional. Aunque la India haya mandado el año pasado una sonda a la Luna, y los chinos cada vez se acerquen más.


Cuenta regresiva
El 16 de julio de 1969 era una mañana calidad en Cabo Cañaveral. El Apolo XI estaba en la rampa, ya con la cuenta regresiva andando. John Logsdon –desde entonces uno de los mayores expertos en política espacial de los Estados Unidos- observaba los acontecimientos desde la cabina destinada a la prensa. La excitación se apoderaba del ambiente. Y, en eso, se encendieron los motores. “El sistema de lanzamiento del Saturno V (el cohete que llevó a la misión) fue una experiencia majestuosa. Tenía combustible liquido, por lo que despegó muy lentamente y produjo un sonido de muy baja frecuencia que se podía sentir con el cuerpo”, recuerda ahora. “Sabíamos que estábamos presenciando la historia. Era como estar en España cuando Colón salió a cruzar el océano. Estabas viendo algo que iba a ser recordado para siempre”, agrega en una entrevista.
La Luna queda a una distancia de sólo tres días de viaje desde la Tierra. La Navidad de 1968, el Apolo VIII dio vueltas a su alrededor, mientras sus astronautas leían el Génesis de la Biblia, lo que se transmitió en vivo y en directo a una audiencia palpitante en nuestro planeta. Esta misión podría haber descendido, pero la verdad es que el módulo lunar no estaba listo para la fecha de lanzamiento, por lo que se decidió mutar el objetivo de bajar a la superficie por el de la orbita. Con la fecha límite de 1970 pendiéndole del cuello a los ingenieros, el programa Apolo tuvo que desarrollarse rápidamente apelando a una gran imaginación y creatividad. El proyecto comenzó con tropiezos. El Apolo I se incendió en la rampa de despegue y sus tres astronautas murieron. Hubo que volver a diseñar todos los sistemas, lo que demando tres años y mucho dinero. Mueller fue el que convenció a la NASA de probar todos los módulos al mismo tiempo, en vez de hacerlos por parte, lo que aceleró los tiempos y la confianza.
El programa Apolo XI consistía en un cohete (el Saturno V), un modulo para tres ocupantes (llamado Columbia) y un modulo lunar (el Eagle), que fue el único que descendió. Mientras Michael Collins se quedo dando vueltas alrededor del cuerpo celeste, Armstrong y Edwin “Buzz” Aldrin bajaron. Fue una maniobra que erizó los nervios de todos. A ultimo momento, la computadora se sobrecargo y empezó a dar instrucciones equivocadas. El Eagle llego con apenas treinta segundos remanentes de combustible. Cuando Armstrong anunció, por fin, que la nave se había depositado en el Mar de la tranquilidad, todo el mundo contenía la respiración en la misión de control, en Houston. Allí estaba Mueller. Ahora recuerda: “Nos estábamos poniendo azules”. ¿Ustedes creen que lloró de la emoción? “No”, responde y su voz lánguida se vuelve tajante: “¿Por qué habría de llorar?”.

El día después
Y ¿Qué se aprendió? En primer lugar, que se puede ir a la Luna, contesta Mueller. “una de las lecciones más importantes que se sacó es que podemos hacer volar a un vehiculo desde que lo armamos en una sola pieza. Esa es una lección que todavía resuena hoy. Aprender a construir estas cosas fue un tremendo paso adelante”, cuenta. ¿Y sobre ciencia? “Que la Luna era originalmente de la Tierra, que fue creada por una colisión tremenda con otro cuerpo celeste”, vuelve a responder el ingeniero.
Pero la ciencia nunca fue la parte prioritaria del programa Apolo, señala por su lado, Logsdon. El es un miembro del Consejo Asesor de la NASA, primer historiador espacial y profesor de la George Washington University. “Este fue un acto competitivo de la Guerra Fría. Punto”, dice. “Kennedy nunca lo justificó en términos científicos. Siempre habló de liderazgo, algo que una gran nación tenia que hacer, explorar una nueva frontera. Y una vez que le ganamos a los rusos no había ninguna razón política para seguir avanzando”, agrega.
Lo que causa infinita pena a la gente de esa era dorada del espacio es que se haya dejado toda ese ingeniería del programa Apolo de lado. “Hubiéramos podido llegar a Marte si hubiéramos seguido volando el Saturno V”, asegura Logsdon. Ahora la tienen que volver a aprender para futuras misiones.
La NASA acaba de mandar dos sondas a la Luna, una que hará un mapa completo de su terreno y otra que explorará si hay agua en sus polos. Obama, tendrá que decidir si, en el futuro, se harán misiones cortas o estancias más largas. Por ahora, todo está en la luna de Valencia, mientras los lobbies de la gran industria hacen tronar a sus contactos políticos para obtener los beneficios de los contratos para diseñar y construir la nueva generación de cohetes. Cuando se le pregunta a un vocero de la NASA por los excitantes planes del programa Constellation, como se llama este nuevo proyecto espacial, balbucea como si uno le hablara de extraterrestres. En fin. Los tiempos que corren no son como los de hace cuatro décadas. ¿se imaginan hoy invertir tanto dinero en pos de un proyecto político como lo hizo Kennedy en los `60? “Hemos gastado más plata tratando de arreglar la economía, los bancos y las automotrices. Si quisiéramos volver a la Luna, podríamos hacerlo”, señala Logsdon. “Somos un país rico. Lo nuestro es cómo gastar la plata, no si tenemos la plata”.
¿Y vale la pena? “Sí. Es un destino que queda cerca. Dejamos de ir a la Luna después de seis misiones, ninguna de las cuales hizo una ciencia muy elaborada. Hay mucha ciencia en la Luna y desde la Luna que la comunidad científica está interesada en hacer”, respondo Logsdon.
Houston, estamos a la espera. ¿Hay alguien ahí?


Martina Aisen- Revista Viva 05/07/2009



"Cuando alunizamos por primera vez (...) me pidieron que participara en “El Show de David Frost”. Acepté lleno de entusiasmo, porque quería explicar que el significado de los viajes espaciales era la posible inmortalidad de la humanidad. Sin embargo, David Frost se lo tomó todo a la risa y yo me retiré del show. A las 20.30, hora de Londres, alunizamos. Al alba del día siguiente Neil Armstrong emergió de la nave para dejar la huella de su pisada en el suelo lunar. Tras haber huido del programa de David Frost a medianoche, crucé toda Londres para realizar un programa vía satélite con Walter Cronkite, quien me permitió hablar sobre las verdades que yo sentía inherentes a nuestra escapada fuera de la tierra. Me quede levantado, estuve en una docena de shows, lloré de alegría toda la noche, porque era la noche más importante de toda mi vida, y para todas las personas de la Tierra. Y a eso de las nueve de la mañana, regresé cruzando Londres a pie, totalmente agotado pero totalmente feliz. Frente a mi hotel, vi un pequeño diario formato tabloide que tenia un titular que rezaba: “NEIL ARMSTRONG CAMINA ALAS SEIS A.M. … BRADBURY CAMINA A MEDIANOCHE”.


Fragmento de "Predecir el pasado, recordar el futuro"

2 Complicidades Verborrágicas:

RTHB dijo...

Veo que vuelves a la actividad blogera. Ya se te encontraba a faltar.

He estado leyendo lo que has puesto, pero yo soy de esos que siempre ha dicho que todo fue un montaje y que el hombre no ha pisado la luna.

Un saludo.

Fede Mercury dijo...

Nada mas al pedo que viajar a la Luna. Si lo hicieron o no, supongo que nunca lo sabremos. Lo que sí, fue muy muy muy muy muy muy al pedo.

Ahora estamos preparando el viaje a Marte? Alguna vez nos pondremos las pilas?

Saludos Flo. Gracias por el libro, me ta gustando mucho.